Aunque hace solo tres películas desde «Glass (Cristal)», considerada por algunos como su mejor obra reciente, «La trampa» se destaca por ser la más entretenida del director en años.
Esta película de Shyamalan es, en esencia, juguetona y sorprendente, con una narrativa que comienza de manera convencional pero que evoluciona hacia una segunda mitad impredecible, vibrante y llena de humor negro.
El director parece centrarse más en disfrutar y jugar con el espectador que en buscar una profunda pretensión, lo que convierte a «La trampa» en un placer para quienes se dejan llevar por su estilo. Josh Hartnett brilla en su interpretación, ofreciendo una de sus mejores actuaciones, en una película que, aunque pueda ser calificada de artificiosa y dudosa en términos de realismo, no pretende ser realista.
Este thriller estilizado, influenciado por Hitchcock, De Palma y los hermanos Coen, se destaca por ser un pasatiempo «camp» efectivo y divertido, que va más allá de los decepcionantes «Tiempo» o «Llaman a la puerta». Aunque la elección de su hija en el reparto es cuestionable, Shyamalan y Hartnett cumplen con creces en este emocionante y efervescente regreso a la forma del director.