La noche de Halloween es una festividad anual que se celebra cada 31 de octubre, se dice que la noche previa al Día de Todos los Santos, la puerta que divide al mundo de los vivos y los muertos se abre, permitiendo que los espíritus atraviesen ese umbral para visitar a sus familiares.
Desafortunadamente, no sólo los familiares muertos atraviesan ese umbral durante la noche del 31 de octubre; demonios, brujas y todo tipo de seres fantásticos quedan libres, aprovechando esta noche para realizar cualquier tipo de actividad en contra de los humanos.
Algunos piensan que las hadas raptan a las esposas y niños que sólo son liberados 166 días después del rapto; hay quienes afirman que las brujas se reúnen en el último aquelarre del año; las almas en pena vagan por las calles asustando a los vivos; los hombres lobo, vampiros y cualquier no-muerto salen a buscar a sus víctimas, los demonios aprovechan para hacer maldades, etc.
Por esta razón, antiguamente los pobladores se reunían en los campos para encender hogueras que ahuyentaran a todos estos seres; también celebraban grandes fiestas, ruidosas donde bailaban y alimentaban a niños y pobres.
Esta fiesta a la que le llamaban Halloween tenía por objeto alejar a todos aquellos espíritus que habían atravesado el umbral de los muertos.
Sin embargo, el Halloween tiene su origen en una antigua festividad celta conocida como Samhain que daba fin a la temporada de cosecha, también era conocida como el “Año nuevo Celta” (31 de octubre).
Durante dicha festividad los pobladores llevaban el ganado a los establos para que pasaran ahí el invierno y creían también que durante esa noche no existía una separación entre el mundo de los vivos y los muertos, lo que daba lugar a que los espíritus de los muertos regresaran y causaran toda clase de problemas a sus familiares, tales como enfermedades, malas cosechas o incluso poseer los cuerpos de los vivos; así que los pobladores para alejar a los malos espíritus acostumbraban a encender grandes fogatas en las que lanzaban los huesos del ganado, también decoraban sus casas con calabazas y huesos y se disfrazaban con máscaras con las que intentaban imitar y apaciguar a los espíritus.
Más tarde, el Samhain fue adoptado por Estados Unidos a mediados del siglo XIX y se transformó en lo que conocemos actualmente como la noche de Halloween.
La palabra Halloween proviene de la expresión inglesa All Hallow’s Eve, es decir, “Víspera de todos los Santos” o “Día de todos los Santos” que curiosamente era también una festividad pagana de las poblaciones del Norte de Europa.
Fue hasta la llegada del Papa Gregorio III y Gregorio IV que el “Día de todos los Santos” se oficializó como una festividad católica el 1 de Noviembre.
«Halloween es una trampa del demonio, que trata de que caigamos por todos los medios», afirmaba el padre Gabriele Amorth, exorcista del Vaticano, en una entrevista el pasado año. «Se trata de una fiesta anticristiana y anticatólica (…) Es una idea del diablo, que tiene la intención de alterar los planes de Dios», continuaba.
Cada vez más son más los sacerdotes que muestran su preocupación por la fuerza con que esta celebración pagana se está introduciendo en Europa. En el santuario de San Campio, en Tomiño (Vigo), encontramos al padre José Luis Portela, un sacerdote que lleva décadas ayudando, mediante exorcismos, a que personas y lugares se desprendan de «influencias satánicas».
«Se están perdiendo los valores religiosos, espirituales y morales», lamenta Portela en una conversación telefónica con lainformacion.com. «Estas son fechas en las que la gente acudía a los cementerios a rezar por los seres queridos y ahora ¿qué buscamos? ¿celebrar una fiesta que nos aparte del recuerdo a esos seres? El demonio se mete en todo, también en esta devoción popular».
El sacerdote todavía recuerda con estupor como hace dos años un grupo de jóvenes acudieron al santuario a pasar el puente de todos los Santos. «Yo sentí mal ambiente», asegura. «Cuando se fueron vi como nueve camas, hechas con barrotes de hierro, habían sido destruidas en su totalidad. La gente del pueblo no daba crédito. Estoy convencido de que practicaron un rito satánico. Eso no hay fuerza humana que pueda acabar con ello».
Pese a que el sacerdote asegura que «todavía» no ha notado que aumenten las personas que se acercan a pedirle ayuda tras la festividad, sí se muestra preocupado por ciertos comportamientos como la «magia negra, la güija, pactos con el demonio…» sean tomados como «un juego» en estas fechas.
Más allá de la ficción…
Durante más de 40 años el religioso se ha visto obligado a practicar exorcismos que en algunos casos, asegura, «superaban a los que el cine ha mostrado en películas como El exorcista». En este sentido, recuerda con aprensión el caso de una joven de 22 años que fue a visitarle al santuario junto a su marido.
«Era una mujer muy delgada, y sin embargo, tanto su marido como yo, que peso 108 kilos, tratábamos de sujetarla y era imposible, acabamos los dos por el suelo. En ese momento tanto el agua bendita como la oración de exorcismo, no es algo mágico, hay que tener mucha fe y autoridad y a veces repetir dos o tres veces el rito», apunta. Y es que, si la posesión ofrece mayor resistencia «se realiza un exorcismo mayor» con «oraciones con más fuerza». El proceso puede extenderse durante semanas, ya que después se realiza un seguimiento.
El rito siempre se realiza con familiares o personas cercanas a la «víctima» que además de ayudar al religioso a enfrentarse a «una fuerza sobrenatural» sirven de testigos para que la persona poseída «no acuse, por influencia del demonio, al sacerdote de haberle agredido».