El lunes se cumplió un año desde que Italia impuso el primer confinamiento de Europa para tratar de frenar la extensión del coronavirus, una estrategia que a partir de entonces se fue extendiendo por otros países del continente y del mundo.
El 22 de febrero del 2020, el Gobierno italiano ordenó la cuarentena en once municipios de Lombardía y Véneto y unas 60.000 personas quedaron aisladas. Ese día Italia registró el segundo fallecimiento por coronavirus y los contagios asciendían a 60. El primer fallecido en Italia fue un día antes, el 21 de febrero.
El cierre de la llamada “zona roja” italiana se produjo un mes después del primer confinamiento por el coronavirus en el mundo, el impuesto por China en la ciudad Wuhan a 11 millones de habitantes.
Otra fecha destacada en relación con los principales confinamientos decretados en Europa y principalmente en Italia para luchar contra la pandemia es el 4 de marzo, cuando el país europeo ya tenía más de un centenar de fallecidos por el coronavirus y decide cerrar colegios y universidades y suspende actos multitudinarios.
A esas medidas, se sumó España, el 14 de marzo, cuando declara el estado de alarma, que restringe los movimientos de personas en todo el país. Tres días después, el 17, Francia inició también un confinamiento estricto y al día siguiente lo hizo Bélgica.
Alemania y los “Lander” -estados federados- acordaron el cierre parcial de la vida pública y la prohibición de las reuniones o salidas en grupo de más de dos personas el 22 de marzo y un día después, el primer ministro británico, Boris Johnson, ordenó tres semanas de confinamiento.
La decisión de Johnson se produjo días después de que defendiera el contagio controlado para aumentar la inmunidad de grupo, estrategia que suscitó polémica.Ya fuera de Europa, el 24 de marzo, la India decretó el confinamiento de sus 1.300 millones de habitantes al tiempo que los países de América Latina ya empezaron también a imponer cuarentenas para controlar los primeros contagios de la enfermedad.
No obstante, en medio de los estrictos confinamientos, países como Holanda optaron por un “confinamiento inteligente”, que consistía en que los lugares de reunión estén cerrados, pero sin restringir la movilidad de los ciudadanos.