La señal del presidente ruso, Vladimir Putin, de estar abierto a conversaciones de paz respecto a Ucrania esta semana debe tomarse con cautela, dada la historia pasada de la diplomacia rusa en la región y las recientes acciones militares.
Aunque el viernes hubo un revuelo en torno a la posibilidad de negociaciones, en el mismo mes en que Rusia lanzó una tercera invasión de Ucrania desde el norte de Járkiv.
Un informe de Reuters citó fuentes que indicaban que Moscú estaba dispuesto a considerar conversaciones de paz que implicaran la congelación de la actual ocupación rusa de una parte significativa de Ucrania.
Putin respondió a este informe sugiriendo la disposición de Rusia a dialogar sobre la paz, aunque recordando un acuerdo anterior en Estambul en 2022 que fracasó debido a la continuación de las hostilidades rusas.
Sin embargo, la propuesta mencionada en el informe de Reuters no abordaría el objetivo declarado de Moscú de capturar todo el este de Donetsk, pero eliminaría la insistencia de Kyiv en no ceder territorio.
El contexto en el que Putin hizo estas declaraciones fue crucial, ya que ocurrieron durante una visita al presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, un escenario que en el pasado precedió a movimientos militares rusos en Ucrania.