Situada frente a la ciudad egipcia de Asuán, la necrópolis de Qubbet el-Hawa oculta unas cien tumbas talladas en la roca de la colina. Una de ellas con diez momias de cocodrilo, una «sorpresa arqueológica» porque en esta zona de la orilla occidental del Nilo sus habitantes no veneraban a Sobek, el «dios cocodrilo».
Los restos de cinco cráneos y cinco esqueletos parciales de cocodrilos, que midieron entre 1,8 y 3,5 metros, se hallaron en 2019 en una pequeña tumba de la necrópolis. La revista Plos One publica hoy su descripción, en un artículo que firman investigadores del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales y de la Universidad de Jaén.
Qubbet el-Hawa se encuentra a unos mil kilómetros al sur de El Cairo y es una necrópolis donde se enterraron a los gobernadores de la frontera sur de Egipto, entre el año 2200 y 1800 antes de la era común. La necrópolis ha sido excavada por distintos equipos de arqueólogos desde hace 150 años.
Desde 2008, el proyecto de la Universidad de Jaén, con el profesor de Egiptología Alejandro Jiménez-Serrano al frente, ha descubierto y excavado 25 sepulturas, desde grandes complejos funerarios hasta pequeñas tumbas, como la hallada esta vez con restos exclusivamente de diez cocodrilos.
Un hito para la necrópolis
«Es la primera vez en toda la necrópolis que se han encontrado estos animales momificados«, asegura Jiménez-Serrano, quien apunta que el descubrimiento «es toda una sorpresa», pues en Asuán, según lo sabido hasta ahora, no se rendía culto al dios Sobek, dios del agua y la fertilidad, a menudo representado con una cabeza de cocodrilo.
En las antiguas tumbas egipcias es habitual encontrar animales, bien como ofrendas a los difuntos -por ejemplo, aves o alguna parte de un bóvido– o bien como ofrendas a las divinidades. En el primer milenio antes de la era común comenzó la práctica de entregar animales momificados a ciertos dioses para acercarse a ellos y ganarse su favor.