El expresidente Donald Trump ha hecho una promesa audaz: si los votantes lo devuelven a la Casa Blanca, lanzará una ofensiva sin precedentes contra la inmigración ilegal, con la posibilidad de deportaciones masivas en el horizonte.
En una entrevista reciente con TIME, Trump mencionó su intención de deportar entre 15 y 20 millones de personas, incluso sugiriendo el uso de la Guardia Nacional para este propósito.
Sin embargo, estas medidas radicales han generado preocupación entre los economistas. Advierten que las políticas antiinmigración de Trump podrían tener consecuencias contraproducentes para la economía estadounidense.
Al empeorar la escasez de trabajadores, podrían reavivar la inflación y forzar a la Reserva Federal a mantener altos los costos de endeudamiento durante más tiempo del esperado.
Mark Zandi, economista jefe de Moody’s, señaló que las deportaciones masivas podrían dificultar significativamente el funcionamiento de las empresas, lo que resultaría en un aumento de los salarios y los precios.
Joe Brusuelas, economista jefe de RSM, agregó que la oferta de trabajadores nativos no puede satisfacer la demanda actual y que restringir el flujo de trabajadores podría llevar a una grave escasez laboral y aumentar la inflación.
En última instancia, estas políticas tendrían serias implicaciones para la Reserva Federal, que ya ha advertido sobre la necesidad de mantener altas las tasas de interés para combatir la inflación persistente.