La Cárcel del Encuentro, la prisión de alta seguridad construida por el Gobierno de Daniel Noboa, cumplió ya un mes de funcionamiento en medio del secretismo de las autoridades sobre el proyecto. Y en ese tiempo, los pobladores de la comuna Juntas del Pacífico, donde está ubicado el centro penitenciario, tratan de ajustar su vida a vivir entre policías y militares.
En este corto tiempo, ellos parecen haberse acostumbrado al constante movimiento de vehículos institucionales, que entran y salen del centro penitenciario, y de la visita constante de funcionarios y medios de comunicación.
“Antes, imaginarnos que íbamos a ser el centro de atención del país era difícil de creer, ya que éramos un pueblo olvidado, que ni siquiera sabían que existíamos”, dice Florencia Tomalá, una adulta mayor originaria de la zona.
Ella recuerda que por décadas no existía ninguna obra o inversión por parte del Estado, y, aunque ella no quería una cárcel en sus tierras, manifiesta que las obras complementarias compensaron en algo el significado de ser vecinos de los delincuentes más peligrosos del país.
Juntas del Pacífico es una comuna de la parroquia Simón Bolívar, del cantón Santa Elena, en la provincia del mismo nombre. Unas 2.500 personas habitan en la pequeña localidad, el segundo centro más poblado de la parroquia.
Está ubicada a una hora de Guayaquil, y a apenas 10 minutos de la Cárcel del Encuentro, aunque la vía que conecta para allá se ha convertido en un territorio casi inaccesible incluso para los comuneros.