El mundo del cine despide a Udo Kier, el actor alemán conocido por su inquietante presencia, quien falleció a los 81 años. Su carrera abarcó más de medio siglo y más de 200 producciones, un legado que él mismo calificó con su característico humor: «100 son malas, 50 se pueden ver con una copa de vino y 50 son buenas».
Nacido como Udo Kierspe en 1944, con una infancia marcada por la pobreza en la Alemania de posguerra y un dramático rescate de un hospital bombardeado, Kier se convirtió en un icono de la contracultura LGTBI en los años setenta.
Su salto a la fama internacional se produjo tras un encuentro fortuito que lo llevó a trabajar con la Factoría Warhol. Protagonizó las bizarras cintas de Paul Morrissey, Carne para Frankenstein (1973) y Sangre para Drácula (1974), redefiniendo los monstruos clásicos desde una óptica subversiva.
Kier fue un actor fetiche para los grandes directores europeos:
- Rainer Werner Fassbinder: Con quien mantuvo amistad desde la adolescencia y trabajó en títulos como Berlín Alexanderplatz.
- Lars von Trier: Su colaborador más constante, apareciendo en casi todas sus películas, desde Epidemic hasta Nymphomaniac: Vol. II, y siendo el padrino de su hijo.
En 1991, Gus Van Sant lo introdujo al público estadounidense con Mi Idaho privado, consolidándolo en Hollywood como un actor de reparto versátil en grandes producciones (Armageddon, Blade), siempre destacando como villano o personaje memorable.