La medida afecta a los vuelos internos que salen de 40 de los principales aeropuertos del país y tiene como objetivo reducir la presión sobre los controladores aéreos, quienes por ley están obligados a seguir trabajando aunque no estén cobrando sus sueldos por falta de presupuesto.
El cierre del gobierno en EE.UU. se inició el 1 de octubre, luego de que republicanos y demócratas en el Congreso no lograran ponerse de acuerdo para aprobar el proyecto de ley de gastos del gobierno del presidente Donald Trump.
Como consecuencia de ello, gran cantidad de instituciones públicas se han ido quedando sin fondos para operar, lo que ha llevado a despidos, suspensiones y cese de operaciones de oficinas federales que se han encontrado incapacitadas para honrar los salarios de sus empleados.
En el caso de los aeropuertos, el cierre del gobierno ha significado que la falta de suficientes controladores aéreos -un problema de larga data en EE.UU.- se ha incrementado, pues algunos de estos trabajadores se han estado reportando enfermos o han tomado segundos empleos para cubrir sus gastos de vida mientras siguen trabajando sin cobrar del gobierno.
La reducción de vuelos responde a una orden de emergencia emitida por la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) y está diseñada para ser aplicada de forma escalonada.
Así, por ejemplo, este viernes se empezó recortando 4% de los vuelos internos, pero esa cifra se incrementará hasta 10% para finales de la semana próxima y – según señaló el secretario de Transporte, Sean Duffy- podrían subir hasta 15% o 20% «si el cierre del gobierno no termina relativamente pronto».
En todo caso, los efectos de la medida ya son visibles en los principales aeropuertos del país, incluyendo los que sirven a ciudades como Nueva York, Los Angeles o Chicago.