En Ecuador, la Semana Santa trae consigo una tradición culinaria arraigada: la fanesca, un plato que encarna el espíritu festivo y religioso de la temporada. Esta ancestral preparación, que tiene sus raíces en tiempos precolombinos, emerge como el plato principal de las celebraciones más tradicionales del país.
Con la llegada de la Semana Santa, mercados y restaurantes preparan este plato, una sopa cuya base se compone de granos tiernos y pescado. La popularidad de este plato es tal que en varias ciudades se llevan a cabo concursos para encontrar la mejor receta que satisfaga los paladares de los comensales.
La historia de la fanesca se entrelaza con la llegada de los españoles y el catolicismo al territorio ecuatoriano. En un proceso de combinación cultural, esta sopa adoptó su nombre actual y una receta estándar. Los granos representan a los doce apóstoles, mientras que el pescado simboliza a Jesús. Es por ello que las familias ecuatorianas tienen la costumbre de consumir fanesca el Viernes Santo, día en que los fieles católicos practican la abstinencia de carne.
Así, la fanesca se posiciona como un símbolo de la fusión entre las tradiciones precolombinas y el legado católico en Ecuador, poniendo en práctica la riqueza cultural y gastronómica del país durante la Semana Santa.