El Gustavo Petro presidente es distinto al Gustavo Petro senador o alcalde: el político destacado durante 30 años por su vehemencia y enfrentamiento con los poderes tradicionales está apostando obsesivamente por el diálogo y el consenso.
«Quiero una Colombia fuerte, justa y unida», dijo en su toma posesión. «Los retos y desafíos que tenemos como nación exigen una etapa de unidad y consensos básicos».
Entre esos desafíos está, por supuesto, la violencia. Y para acabar con ella Petro se ha acercado, contra de todo pronóstico, a la derecha más extrema.
El Petro candidato supo representar las demandas de millones de colombianos pobres que fueron postergadas por lo que llaman en Colombia el «establecimiento»: la lucha contra la desigualad, el clientelismo y la violencia.
Pero para abordarlas, y para que se resuelvan con éxito, el Petro presidente necesita a esa clase política, mediática y empresarial que controla el país.