Ya no se trata de hechos aislados. La muerte de menores de edad ya sea por homicidios intencionales o por víctimas colaterales de la violencia van en aumento.
Pero, un caso que, sin duda, nos despertó ante esta dura realidad ocurrió hace un año atrás, el 17 de octubre de 2021. En una heladería del sur de Guayaquil, en un cruce de balas entre un Policía y un delincuente, uno de los disparos alcanzó a Sebastián Obando, de 11 años, y el pequeño murió al instante.
Tras el terrible crimen, un día después, el presidente Guillermo Lasso decretó un estado excepción. Sin embargo, dos semanas después, el 7 de noviembre de 2021, Lukas de apenas dos años fue asesinado junto a su padre en el plan habitacional Mucho Lote 1, al norte de Guayaquil.
Y, desde entonces la violencia no ha cesado. En lo que va del año ya son 146 niños, niñas y adolescentes víctimas de homicidios intencionales y 24 víctimas colaterales de la violencia como lo fue Sebastián, es decir, que estuvieron en el lugar equivocado, y no tenían ninguna relación con la motivación de los eventos.